Recordamos los grandes momentos: cuando se levanta el telón, el objeto de todas las miradas, recordamos a aquel que rompe con el pecho la cinta de meta. Quien levanta la copa, la cara que sale en los periódicos, recordamos lo que se habla en las noticias. Confundimos la causa con el efecto, y la inercia con la innovación. Y olvidamos que las pequeñas cosas, los detalles – y las personas que están tras de ellos – son las que marcan la diferencia. Los que piensan diferente.
Ella era brillante. Nació en una ciudad del condado de Tompkins en Nueva York. Se graduó en Arte en 1975 con la calificación extraordinaria de summa cum laude, la distinción más alta en el mundo académico y tres años después, se doctoró. Después de dos años en distintos trabajos para el museo de arte de San Francisco, y como diseñadora freelance, Susan Kare recibió una llamada.
Se trataba de Andy Hertzfeld, un antiguo compañero de clase que al parecer había comenzado a trabajar para una empresa de tecnología un par de años atrás como ingeniero de software. Esa llamada no debió tener ningún sentido para Karen. Si Hertzfeld estaba creando software, ¿para que buscaban un diseñador gráfico? Sin embargo, como en todo momento importante en cualquier historia sucedió algo que hizo posible todo lo demás. Y la nuestra empezó con ésta pregunta:
“Susan, ¿quieres trabajar en Apple?”
El empleado número 31
Es 16 de Abril de 1977, y estamos en San Francisco. Nos encontramos en la primera Feria de Informática de la Costa Oeste, un importante evento de tecnología de la época, con más de 180 exhibidores que destapaban al gran público sus últimos avances. Más de 12000 personas visitaron este evento, aunque ahora dirigiremos nuestras focos a tres personas que están a punto de estrecharse la mano.
Steve Jobs y Steve Wozniak hablaban con una de las personas que más impactarían en la compañía que todos conocemos, y que encarnan el actual lema de Apple de convertirse en una intersección de las artes y las ciencias. Un genio de nombre Jef Raskin, matemático y filósofo, estrechaba las manos de los dos Steves al firmar su primer acuerdo con la compañía de la manzana para acercar la informática a las personas: escribiendo manuales para programar el Apple II recién presentado.
Jef Raskin fue una figura clave para la creación del Macintosh, debido a su gran influencia en los ingenieros que desarrollaban nuevos proyectos
Tardó un año en convertirse en el valioso empleado 31, la persona que convencería a Apple para algunas decisiones cruciales en su desarrollo. Raskin tuvo gran influencia en los proyectos de la compañía al trabajar codo a codo con los ingenieros para escribir su documentación. Pero ningún manual era suficiente como para acercar al gran público a la informática, que se encontraba con el muro de los interfaces de texto en un momento donde la tecnología era casi desconocida. Era imperativo diseñar un ordenador pensado para que fuera fácil de utilizar desde el principio.
En 1979 comenzó un nuevo proyecto en Apple. Un nuevo ordenador, pero radicalmente… diferente. Lo llamó como su tipo de manzana favorita, la McIntosh. El resto del mundo acabaría conociendo ese proyecto como Macintosh.
30 años para cambiar el mundo
El equipo que acabaría creando el Macintosh definió también la Apple de años posteriores
Apple autorizó a Raskin a comenzar a contratar personal para su proyecto en Septiembre de 1979. Comenzando por un ingeniero capaz de dar forma a sus ideas técnicas, Burrell Smith, quien diseñó la primera placa base del Macintosh original. Smith fue recomendado por otro integrante del equipo, Bill Atkinson, alumno de Raskin en la universidad. Más integrantes fueron George Crow, futuro cofundador de NeXT junto a Steve Jobs, Chris Espinosa, que se unió a la compañía con catorce años – vecino de Jobs -, Joanna Hoffman, una física y arqueóloga reconvertida en la única persona encargada del marketing del Macintosh durante un año, hasta que Guy Kawasaki tomó el relevo, como una de las figuras más importantes de las nuevas tecnologías y el marketing. El concepto “evangelizar” aplicado a los negocios de tecnología fue idea suya.
Bruce Horn, matemático, pasará a la historia de la compañía de la manzana como el creador del Finder. Daniel Kottke, el importantísimo empleado número 12, fue uno de los primeros que montaron y probaron el primer prototipo del Apple I en el garaje de los padres de Steve Jobs. El prototipo del primer Macintosh también fue tarea suya, y trabajó en el diseño del teclado para el nuevo ordenador. Por último, otra de las personas importantes del equipo sería Jerry Manock, creador del importantísimo grupo de diseño industrial de Apple, el encargado de coordinar y supervisar el aspecto de los productos que la compañía sacaba al mercado.
El equipo que creó el ordenador que cambiaría el mundo de la tecnología no sólo se definió gracias a las conexiones – uniendo los puntos – entre sus integrantes, sino que construyó la estructura sobre la que se asentaría la futura Apple basada en el empuje del Macintosh: diseño, fidelización, innovación y una combinación entre tecnología y arte.
El 24 de Enero de 1984, Apple presentó el Macintosh. Un ordenador que ha marcado la historia, que ha señalado direcciones y que ha servido para que muchos podamos entender el mundo hoy, treinta años después. Hoy comienza la semana de ese aniversario tan especial y en Applesfera os invitamos a que lo recorramos juntos, con artículos especiales para que todos podamos compartir la visión de una época
Porque no se trata de recordar sólo un ordenador. Lo importante es recorrer su historia, los momentos, los detalles, todo lo que hizo posible que hoy hablemos de ello.
Vivimos para dejar una marca en el universo. Si no, ¿para qué estamos aquí?
En Applesfera | Especial 30 aniversario Macintosh
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La noticia Una marca en el universo [Especial 30 aniversario Macintosh] fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar.
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