Llevamos mucho tiempo buscando vida extraterrestre mediante sus componente químicos. Pero ¿y si la vida en otro planeta fuese tan diferente como para no poder detectarla? Aquí es donde surgen nuevas ideas y dispositivos.
Año nuevo, propuestas nuevas, dicen. Y la astrobiología no va a ser menos en esto. Sacado de los últimos coletazos de 2014 llega una nueva propuesta en la búsqueda de vida extraterrestre basada no en la química sino en otra propiedad típica de todo ser vivo: el movimiento.
Todo lo que vive se mueve, de una manera u otra. Aunque no lo veamos. Cualquier célula que se precie de estar viva necesita mover sus componentes, nanoscópicos, para poder seguir viviendo. Las células, además, están sujetas a los cambios del medio, que las llevan de acá para allá. Y eso si no tienen ellas mismas un sistema para moverse. En general el movimiento es una propiedad inherente de la vida, así que ¿por qué no utilizarlo para detectar vida extraterrestre allá dónde vayamos?
Nuevas formas de buscar vida extraterrestre
En una reciente publicación, tres investigadores de la escuela politécnica federal de Lausanne explicaban como utilizar una ménsula (o en inglés cantilever) a nivel nanométrico para seguir el movimiento de la fracción más pequeña de la vida. Su invento consiste básicamente en un pequeñísimo brazo sujeto por un extremo y con una punta en el otro. Esto es le voladizo y es aún más pequeño de lo que consideraríamos microscópico. De hecho se parece bastante al dispositivo que utilizamos en los microscopios electrónicos de fuerza atómica que consisten en una especie de brazo de tocadiscos cuya punta es capaz de detectar un sólo átomo.
Podemos utilizar esta tecnología para leer una superficie donde se encuentra una sola célula o sus componentes
Podemos utilizar esta sensible tecnología para "leer" una superficie donde se encuentra incluso una sola célula o sus componentes y ver así si se mueve. Para ello, el minúsculo y sensible voladizo se engancha a la célula en cuestión. Es tan sensible que cualquier movimiento de la célula será recogido como una vibración por un láser. De esta manera no hay dudas de que lo que se mueve en realidad es la célula y no cualquier otra cosa. El dispositivo se adaptaría a un rover como el Curiosity de manera que podríamos buscar vida extraterrestre con más precisión en aquél planeta que pisáramos.
Esto tiene sus ventajas e inconvenientes. En primer lugar, obviamente, tenemos que poder llegar a un lugar para poder utilizar este método. Pero podríamos haberlo empleado, por ejemplo, con Philae u otros robots similares, por lo que no es algo descabellado. Aún así, antes de poder usar esta tecnología en la búsqueda de vida extraterrestre necesitaríamos como mínimo una sospecha de que puede haber algo, aunque no cuesta nada ir haciendo pruebas periódicas a lo largo del terreno que pisamos. Todavía quedan muchos detalles que pulir, pero la tecnología está ahí esperando a descubrir algo entre las estrellas.
¿Por qué usar el movimiento?
Lo cierto es que llevamos mucho tiempo buscando vida extraterrestre. Si la encontráramos sería un hito histórico sin precedentes. Para ello lo que hacemos es buscar marcadores químicos, es decir, sustancias que en nuestro planeta están asociadas con la vida. Pero la vida extraterrestre puede ser muy distinta a la nuestra. No tanto por su composición química sino por la manera que tiene de reaccionar con las cosas a su alrededor. Esto quiere decir que podríamos pasar por alto su presencia simplemente por que no la entendemos químicamente hablando. Pero el movimiento es otra historia.
Este dispositivo es totalmente independiente de la química por lo que puede usarse con todo tipo de vida
Lo que está vivo se mueve, es un hecho del que estamos aún más seguros que de la química de la vida. Si sospechamos que en un remoto planeta, como Marte, hay una zona que podría albergar vida pero no detectamos nada químicamente, podríamos hacer una prueba y un rastreo para encontrar la vida extraterrestre que llevamos tanto tiempo buscando. También podría servir como una prueba confirmadora y que no dejaría lugar a dudas, algo muy importante cuando te encuentras a cientos de miles o millones de kilómetros de distancia de tu robot.
Pero el voladizo nanoscópico no se queda ahí. No hace falta irse a otro planeta para encontrarle utilidad. La sonda puede utilizarse y construirse a día de hoy para monitorizar células y bacterias de todo tipo. Esto puede ayudarnos muchísimo en el desarrollo de nuevos fármacos, pruebas de tóxicos o análisis bacteriológicos. El sistema es completamente independiente de la química, sencillo y eficaz. El primer paso será adaptarlo para las necesidades más inmediatas, aquí en la tierra, pero probablemente sea uno de los inventos de los que oigamos hablar en el futuro próximo de la astronomía.
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