Que un individuo se convierta en un whistleblower, alertador o revelador de secretos, con el objetivo de lograr justicia suele ser un caso muy extraño, aislado, y la razón está ligada a nuestra evolución como especie.
Durante los últimos años hemos presenciado casos heroicos de personas que pusieron en riesgo no solo su trabajo y reputación, sino incluso su libertad y su vida, por "sonar el silbato". Un whistleblower es aquella persona que, llena de valentía, se pone en pie para revelar secretos, alertar al mundo de cómo la sociedad en la que se desenvuelve se ha corrompido, comete crímenes o sencillamente está errada. Eso requiere coraje, y aunque el público cada vez agradece esta clase de actos, muy pocos son los que lo igualan.
Nombres como Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden pasarán a la historia como tres personas que nos dieron a conocer muchas realidades que si fuera por sus gobiernos o distintas corporaciones, nunca sabríamos. ¿Pero por qué, si hay tantas personas involucradas en estas malas prácticas o crímenes que estos revelaron al mundo, casi nadie se atreve a ser un whistleblower?
La respuesta a esta gran pregunta está ligada a nuestra evolución.
El hecho es que, sencillamente, es más cómodo tanto para el individuo como el grupo o sociedad sencillamente ser cómplice de cualquier tipo de acto, criminal o no, antes de alzarse en su contra. Según un estudio publicado en el Journal of Theoretical Biology más que comodidad, es un medio de defensa que el ser humano ha adoptado a través de su evolución, y ningún otro animal posee.
El estudio asegura que para el ser humano optar por la simplicidad de la complicidad es incluso más beneficioso para el grupo en el que se desenvuelve. No solo no cambia su vida, su modus operandi diario, sino que tampoco afecta a su entorno. Es lamentable que se demuestre que optamos por seguir la manada, antes que proponer un cambio grupal.
Para demostrar esto, científicos informáticos utilizaron modelado una sociedad virtual de individuos que se basara en la cooperación mutua. Luego de esto, introdujeron prácticas negativas en la sociedad, y esperaron ver cómo reaccionaba. Para su sorpresa, la enorme mayoría de los individuos prefirieron ignorar estas prácticas negativas en su sociedad, incluso cuando se percataban de su existencia. Por otro lado, aquellos pocos que se atrevieron a dar alerta, a "sonar el silbato", no les fue tan bien.
El estudio demostró cómo en una sociedad honesta, llena de whistleblowers, hace falta un solo individuo corrupto para hacer a los demás cómplices
De hecho, incluso se atrevieron a crear una pequeña sociedad de individuos honestos dispuestos a alertar y en ella introdujeron solo un individuo que realizara acciones negativas, para luego ver cómo todos a su alrededores se volvían cómplices, como una especie de infección que se expandía en la sociedad.
Y es por esto que el ser humano es tan reacio a sonar el silbato, a revelar secretos y alertar al mundo de la existencia de crímenes, porque estaría luchando en contra de su naturaleza. Muchos aplauden las acciones de Snowden, Assange y Manning, pero es lamentable saber que si algunos de nosotros hubiésemos estado a su alrededor, nos desenvolviésemos en el entorno de estos Whistleblowers, nos hubieran afectado sus acciones, y por ende, no hubiésemos colaborado con ellos, incluso hubiésemos estado en su contra.
Por supuesto, a esto no ayuda el hecho de que revelar un secreto, así sea un crimen de estado, sea condenado en muchos países como un crimen de espionaje, con cárcel y aislamiento.
Los responsables de este estudio aseguran que su intención nunca ha sido justificar la complicidad, para nada, solo se preguntaron por qué al humano se le hace tan difícil salir de su zona de confort, y allí tenemos la respuesta. Sencillamente, no está en nuestra naturaleza. Si antes pensaba que Manning y Snowden eran valientes, ahora mucho más.
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