Después de abrir el Festival de Cine Fantástico de Sitges, llega ahora a las pantallas la cuarta parte de esta historia, REC 4: Apocalipsis, de la que comimos su primera ración hace ya siete años. Esta secuela se encarga de recordarnos cómo se ha llegado hasta tal punto, justificando (por ahora) esta última entrega. REC 4: Apocalipsis recoge en frasquitos aromas de sus precedentes y de películas vecinas en género. Volvemos a ver la acción de cámara en mano, un sello ya ligado a la correría de REC, pero, esta vez, Balagueró cambia el escenario de la acción zombie donde nadie pisa tierra firme.
Hasta ahora habíamos visto la infección en un edificio muy particular, con una estética bastante reconocible de inmueble viejo convencional, provocando que varios de los que fuimos espectadores de la película nos hayamos acordado de ella entrando en casas de fincas anticuadas.
También nos emplazaron, en REC3, en una iglesia y sus alrededores con motivo de una sangrienta boda. Esta vez nos movemos en barco, donde se exploran nuevas opciones de supervivencia y se reducen tantas otras.
A pesar de que la película transcurre en una localización nueva, esta arranca en el edificio que ya conocíamos, completando la etapa anterior y resolviendo la intriga desde donde nos habían dejado.
Allí permanecía todavía la periodista Ángela Vidal, que esperando ser rescatada y evacuada de ese infecto lugar, termina en otro plan a posteriori que no conlleva especialmente una mejoría. Veremos caras nuevas en el elenco protagonista, y recuperan, como acabo de contar, la de Manuela Velasco, que supone ya el referente principal de la saga, así como el inquietante personaje que interpreta Javier Botet como la Niña Medeiros, que conocimos en el desván de [•REC].
En esta ocasión, en la película nos recordarán retazos de las anteriores para que no tengamos pérdida de la trama general. Los suficientes flash-back como para no necesitar haber visto las previas, que, sin ánimo de crítica negativa, tampoco es que se trate de una malla de argumentos demasiado compleja.
Quien va al cine a ver esta película sabe que se va a encontrar con infectados de un maléfico virus, no creo que haya duda. Las cuestiones sobre ello se van destapando a medida que avanzan las secuelas, de donde se pueden ir sacando más conclusiones. En la última parte de la tetralogía se saciarán algunas de las cuestiones creadas por el espectador, aunque no todas, y esto puede decepcionar.
Ángela es la única superviviente de la masacre a la que se enfrentaron tanto ella como el equipo de bomberos tiempo atrás. Una vez fuera, la reportera es llevada a una embarcación donde al parecer se lleva a cabo una cuarentena de infectados por precaución, y también se ven reclutados un equipo de investigación dentro de un improvisado laboratorio, para poder llevar un estudio sobre el virus. Paco Manzanedo en el papel de Guzmán, junto a parte del equipo, ayudarán a la reportera durante su estancia en este lugar hostil. Pronto se desencadenará otra cepa a la que todos intentarán sobrevivir.
Una marca personal de la historia de [•REC] fue hasta el momento la inmersión en la historia a través de una cámara en mano (como he mencionado antes): técnica manoseada especialmente en este género por la cercanía que causa al espectador, viendo los hechos desde el punto subjetivo de quien está "ahí dentro", grabando. Pero, en esta ocasión, se alejan de ello intercalando vistas de un uso más convencional de planos, con tomas de imágenes recuperadas de la cámara de Ángela ("Pablo, grábalo todo, por tu puta madre"), y haciendo la función de mirada más objetiva, tenemos los planos de las cámaras de seguridad. Del cóctel resulta el montaje final.
También se han alejado del uso de la música diegética, que se desvincula de lo servido en la primera ocasión y que llamaba particularmente la atención: no había banda sonora. En el primer film no se empleó banda sonora y ello hacía que, a nivel de experiencia, todo pareciese más real. En esta ocasión, Arnau Bataller ha sido el compositor encargado de ambientar las secuencias, con trémolos y metales pesados sumando tensión a la situación, volcando el peso en la balanza vecina y predominando de esa forma las músicas incidentales.
Dramatizaciones demasiado exageradas: hay abundantes sobreactuaciones
Otro detalle, hablando de comparaciones, es el evidente uso de gags hasta ahora no explotados con tanta frecuencia. Fue en su momento parte de las novedades de la tercera entrega, donde el humor empezaba a coger protagonismo pudiendo quitar tirantez al nerviosismo, y que, en esta ocasión, lo vuelve a hacer incluso con más asiduidad que en su predecesora. Y, en el lado opuesto, las dramatizaciones demasiado exageradas: en abundantes ocasiones dejan ver sobreactuaciones que no consiguen el propósito de crear angustia, sino más bien todo lo contrario.
De cualquier forma, nada mejor que echarle un vistazo al tráiler para que cada uno se genere sus propias expectativas sobre el film y sobre algunas de las imágenes que se encontrará en él:
6Como conclusión podríamos decir que el fin de esta odisea (a no ser que haya sorpresas) ha sido bienintencionado en planteamiento, con lógica en la continuación de la trama y resoluciones esperadas; pero también con ecos a preguntas que se habían creado a lo largo de la historia.
Se queda a medio camino de causar impresión, a medio camino de generar miedo, y a medio camino de sobresaltos. Partes de gore y humor se suman a las de supervivencia, y de esta última sacaría la etiqueta para definir el género de REC 4.
No es de extrañar que los seguidores de REC se puedan quedar desencantados y hayan esperado un plato más fuerte. Al fin y al cabo, con el pelotazo que causó la primera, esta última parte cae en la terrible trampa de hacer que, con la historia dividida, termine compitiendo contra sí misma y la nostalgia que ha creado.- Secuela con buena recapitulación, pudiendo verse de forma independiente - Resolución de puntos que habían quedado sin responder - Volvemos a ver a la protagonista, de la que habíamos dejado de saber - En ocasiones, bastante sobreactuación - No sacia al espectador que esté buscando la esencia del género - Floja como para cerrar la historia que comenzó hace ya siete años
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