Tras debatirlo mucho durante días, finalmente me decanté personalmente por el iPhone 6. Estas son las razones por las que compré este y no su hermano mayor, el iPhone 6 Plus.
Tal y como en Celularis sospechaban a comienzos de 2014, Apple lanzó dos iPhone de dos tamaños diferentes. Por una parte, el iPhone 6 Plus con pantalla de 5.5 pulgadas –un intento de competir con los Samsung Galaxy Note y otros phablets del mercado–. Por otra parte, el iPhone 6 con pantalla de 4.7 pulgadas –la evolución natural respecto al iPhone 5s–. Ambos con un hardware prácticamente idéntico salvo por un par de detalles –estabilización óptica de imagen y batería–. La decisión de escoger uno u otro se hacía más difícil que en ocasiones anteriores dadas las escasas diferencias.
Si no necesitas la enorme batería del 6 Plus, el iPhone 6 será mejor opción
Una pantalla de grandes dimensiones como la del iPhone 6 Plus resulta realmente atractiva y llamativa, pero conlleva una pérdida considerable de ergonomía y te obliga a usarlo con dos manos casi la mayor parte del tiempo. Por no hablar de lo incómodo que puede resultar transportarlo en el bolsillo –especialmente si sueles utilizar skinny jeans, como es mi caso–. En cambio, el iPhone 6 tiene el tamaño perfecto: 4.7 pulgadas. Durante años he defendido ese tamaño como el idóneo, pues ofrece con un equilibrio maravilloso entre ergonomía y las ventajas de un panel de mayores dimensiones. Y Apple, por fin, se subió a ese carro.
Además, teniendo en cuenta que la gran mayoría de usuarios provienen de un iPhone de 4 pulgadas, el salto a 5.5 pulgadas puede ser excesivo. Y es que, aunque parezca increíble, hay una gran parte del público que seguía escogiendo los iPhone 5s/5/5c por su reducido tamaño frente a la competencia.
Por si esto fuera poco, encontramos otro punto en contra de la pantalla del iPhone 6 Plus: las aplicaciones. Es cierto que los desarrolladores de iOS suelen ser rápidos y efectivos, pero, si echamos la vista atrás (con el salto del iPhone 4S al 5), la transición es bastante lenta –excepto en el caso de los desarrolladores más populares–. Y teniendo en cuenta que el salto es de 4 a 5.5 pulgadas (un salto bastante notable), todas las aplicaciones lucirán de forma desastrosa mientras se adaptan, con texturas pixeladas, tipografías muy grandes y botones enormes. En el iPhone 6, en cambio, no lucen de forma tan desastrosa a pesar de ese reescalado.
El precio, un factor clave
El precio es otro factor decisivo en la elección del iPhone. El iPhone 6 Plus es 100€ más caro que el iPhone 6 (un terminal ya caro de por sí). Y dadas las escasas ventajas que aporta el iPhone 6 Plus respecto al iPhone 6, mejor ahorrar esos 100€ o, mejor aún, invertirlos en un iPhone 6 de mayor capacidad (algo que seguro que se agradecerá enormemente con el tiempo).
Tras debatir todo esto internamente y asegurarme de que la batería del iPhone 6 sería más que suficiente –y no echaría en falta la del 6 Plus, que es algo mejor–, me decanté por el iPhone 6 en lugar de su hermano mayor. No es una decisión ni mejor ni peor, simplemente es mi decisión: ambos son terminales magníficos y, en el caso del iPhone 6, se adapta mejor a lo que busco en un smartphone.
La otra cara, por Javier Lacort: Por qué escogí el iPhone 6 Plus en lugar del 6.
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